El silencio que escucha la palabra

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Textos de Elda Pérez Moneo

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Desde El Centro

¿Desde el centro de dónde?

¿Desde el centro de cuándo?

¿Desde el centro de quién?


Demasiadas preguntas para un solo punto del tiempo o del espacio, pues hoy os escribo desde “El Centro”.

¿Desde el centro de dónde?

Técnicamente, y según mis fiables informantes, este es uno de los vértices del primer segmento de la Red Geodésica Nacional. No voy a ilustraros con datos y detalles técnicos acerca de lo que este lugar es y lo que significa. No lo haré, entre otras cosas, porque no sabría hacerlo bien y porque otros ya lo han hecho infinitamente mejor de lo que yo lo haría.

Pero, en esencia, os diré, que este lugar desde el que hoy os escribo es centro de una extensa red invisible. En mi pobre imaginación lo veo como un tejido conector de puntos físicos de mi estimada Tierra. Algunos de estos vértices se hallan enclavados en los puntos más altos de ciertas queridas montañas, altas, bajas o medias a los ojos humanos; grandes siempre, enormes, a los ojos del alma.

Por eso, ahora que me encuentro en una especie de centro físico de alguna parte, me gustaría, amigos, daros una panorámica de lo que mis sentidos disfrutan.

No alcanza mi vista ningún horizonte cercano. Verdes hierba, azules cielo y marrones tierra son los colores predominantes, salpicados por todos los rojos, amarillos, malvas, azules, blancos… de las miles de flores que pintan el paisaje.

Las hileras de viñas recién brotadas llenan mis ojos.

Una perdiz lanza al aire su canto ancestral buscando a su pareja, finalmente se encuentran y ambas corren y vuelan en la misma dirección unísona.

La Cañada Soriana cumple su real función conduciendo por su centro a un numeroso ganado, que levantaría tras de sí una enorme nube de polvo, si no fuera porque otras nubes benéficas lo han asentado con firmeza en el camino.

Camino sembrado, por la propia Tierra, de piedras que despiertan nuestras antiguas memorias con formas y dibujos cuyo significado habita, también, en nuestros centros.

Una pequeña ave me sobrevuela; sus alas, por la parte visible a mis ojos, lucen un intenso color naranja.

De repente siento una ausencia, inevitable siempre, frente a la presencia cierta y grata del silencio; el silencio que todo lo envuelve arropando la paz de esta tierra austera y amable. Ausencia de sonidos que permite escuchar los latidos hondos y sentidos del mundo. Sonidos de la tierra y del cielo que alcanzan el centro del corazón, el centro del alma, que hacen vibrar todas y cada una de las células de un cuerpo que, por momentos, no sabe dónde comienza, dónde termina. Que no sabe dónde está el origen, dónde el destino de esas vibraciones viejas.

¿Desde el centro de cuándo?

Siento hoy que me encuentro también en el centro de un tiempo. Un tiempo que no sé definir. Confío que no se trate del centro de mi vida, ya que éste centro temporal espero, por mi bien, haberlo superado hace años, pues, aunque se suele decir que la vida es muy corta, en ocasiones, y como dice un sabio amigo mío, poniendo en su boca mis pensamientos, a veces puede, la vida, hacerse muy larga.

Pero no es el caso, todavía, y hoy os escribo también desde este centro pasajero que ayer fue hoy, que mañana será ayer y sólo hoy tiene sentido para nuestra amistad sin límites ni términos.

Este ahora de hoy, desde el que escribo para vosotros, contiene todos los aromas de la Tierra viva. De los jóvenes pinos que delimitan la Cañada, surge la esencia de la resina caliente que los alimenta. Los tiernos sembrados de reciente brote lanzan al aire su caricia verde, tierna y fresca. La lana del ganado trashumante despierta recuerdos viejos de memorias de queso fresco.

Amapolas, violetas silvestres, margaritas, candilillos y cientos de otras flores que mi ignorancia no sabe nombraros, os mandan juguetonas toda su aromática esencia con la brisa de esta increíble primavera, poso sublime de un invierno lluvioso y fértil.

¿Desde el centro de quién?

Si hay alguna respuesta que tengo clara es desde el centro de quién brotan estas letras escritas que quieren alcanzar el centro de vuestra alma. Surgen del corazón de vuestra amiga cercana que otro día escribió, pensando en vosotros, estas palabras:

Llegará un día en el que treparé,
con la consistencia etérea de una sonrisa,
por la superficie rugosa de un tronco viejo.
Mis manos acariciarán cada rama,
como asideros de otra existencia,
de un mundo más allá de la frágil materia.
Me veréis llegar, quizá, hasta las últimas ramas,
hasta donde alcancen vuestros ojos.
Si queréis,
me veréis llegar donde los últimos brotes
coquetean con las nubes.
Y seguiré ascendiendo.
El árbol no acaba donde alcanza la mirada,
debéis saberlo si queréis verme.
En jirones de nubes
os invitaré a visitar el espacio
donde el azul y el verde se convierten en negro.
Donde el sol, con la ausencia de su brillo,
nos invita a conocer a sus hermanas.
Donde no hay centro ni contorno,
Ni tiempo, ni lugar, ni olvido.

“El Centro”, Primavera, 2010

 

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A la memoria del almendro, o de todos los árboles que en
la Tierra han sido

Por eso hoy, aunque el fuerte viento traía recuerdos de nieve norteña, he decidido dedicarle mi cariño y mi tiempo. Primero había que devolverlo a la tierra que lo sostuvo durante tantos años, pues en su caída había invadido el olivar vecino. Aunque intuyo que ni sus ramas, ni sus raíces, ni su sabia savia entienden, ni les importan, las lindes humanas. Armada de paciencia, de tiempo y de sierra, he comenzado a desmembrar sus ramas. Algunas ya estaban secas, pero otras apuntaban a un futuro cercano con sus flores incipientes y sus vigorosas yemas.


La ruta de los arroyos

Hay días en los hay vale la pena hacerle caso al instinto. Bueno, siempre vale la pena y muchas veces, la alegría, pero algunos días especialmente. Hoy ha sido uno de esos días.
Cuando me he despertado el instinto me ha dicho que me levantara sin pereza, que, aunque no había nevado como estaba previsto, el monte me esperaba. Pero la cabeza, cómodamente recostada en la cálida almohada, ha dicho: “Pero instinto, tú estás mal de la cabeza, ¿es que no escuchas el viento cómo sopla por entre los tejados?Seguid leyendo | Álbum en picasa


Milagros de cada día

Mis queridos amigos: acabo de darme cuenta de que me he saltado un año entero (largo) sin escribir una línea por estos lares. Imperdonable. Bueno, sí, voy a perdonarme porque así es más fácil perdonar a los demás, si fuera necesario.
El caso es que cuando Aurora me lea escribir (ya que no me “oye decir”) que “acabo de darme cuenta”, me dará un cachete virtual porque lleva todo el verano recordándomelo, pero he de deciros que tengo una buena excusa: he estado varias estaciones en plácido letargo...Seguid leyendo


El árbol que quiso encontrarse con su sombra

Cómo comunicar malas noticias: 1ª lección
Con la inestimable colaboración de Keny

Sí, hoy tengo que comunicar una mala noticia a tres seres muy queridos para mí y he venido al único lugar en el que puedo hallar la mejor forma de hacerlo. Hoy he venido al quinto cono, porque es aquí donde ha ocurrido el fatal* hecho y he venido a pedirle al árbol que me cuente su historia...Seguid leyendo


Un sencillo paseo

Un sencillo paseo

Esta tarde he pensado salir a dar un paseo por las sierras. Nada serio, simplemente quería comprobar el estado de la jara, respirar un poco de aire de altura y tomar unas fotografías a la luz del cálido atardecer. No llevaba ninguna ruta definida; de momento, lo primero y como siempre, perderme por los caminos de la Ganadera hasta llegar a las cercanías del chopo centenario.

Después de dejar el coche aparcado en la explanada de Valdehierro, pensé seguir el arroyo que da nombre a la zona, hasta encontrarme con la senda que lleva a la cueva de Castrola,...Seguid leyendo


Peñalara y el esparto levantino


Recuerdo que un día, con mis mejores deseos para mis amigos, y entre otras cosas, escribí esto: O que cese la brisa para que, en la silenciosa quietud del monte, la Tierra les hable desde las largas fibras del esparto. Este era uno de mis buenos deseos y tiene una explicación que deseo compartir con quienes tengáis a bien visitar este espacio...Seguid leyendo

Peñalara y el esparto levantino

Día gris

Hoy ha amanecido un día gris

Pero nadie que me aprecie se inquiete. Que el día amanezca gris a las puertas del invierno, es lo mejor que puede pasarle al día.
He decidido salir a sumergirme en el color del día. He salido sin rumbo fijo ni objetivo claro y el camino ha ido guiando mis pasos; ardua tarea, pues la niebla impedía al camino guiar mis pasos más allá de unos pocos metros...

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UNA HISTORIA DE AMISTAD

¿Qué hacer ante un perro callejero?
Yo antes tenía una respuesta clara: buscarle un hogar. Pero a partir de esta historia tengo mis dudas.
Yo vivía en el campo y vivían conmigo dos perras, una de ellas, de padres desconocidos y rescatada de la calle; la otra, de padres y “amos” conocidos, pero rescatada también de una familia numerosa y de una enorme cantidad de pulgas...
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Una historia de amistad

Renacimiento


Para mi madre

Había venido a este lugar decenas de veces, solo, en compañía, desde el este, desde el oeste, con el almuerzo en la mochila, con las manos en los bolsillos, caminando, haciendo footing… y siempre le había intrigado, durante unos escasos segundos, el cartel que, sobre madera, anuncia la proximidad de un refugio donde guarecerse en caso de lluvia...
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… y los perros, los caballos, los delfines… y hasta los grillos si me dejan dormir por la noche. Por eso, porque me gustan los toros, el 28 de julio será día de fiesta en mi calendario particular.

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El abrazo

El abrazo

¿Qué te ocurre?, ¿por qué esas lágrimas? – dijo el hombre que sonreía y que ofrecía al amigo sus brazos libres.

Lloro porque no puedo darte, ni recibir de ti, lo único que desearía en este momento: un estrecho y fraternal abrazo – dijo el hombre que andaba cabizbajo y triste y que tenía sus brazos ocupados con todas sus posesiones...Seguir leyendo


Cuando lloran las viñas

Cuando lloran las viñas

Mientras la niña de los hoyuelos buscaba con la mirada en alto el origen de aquellas gotitas brillantes, traslúcidas, una de esas lágrimas cayó sobre mi mejilla. No, no era rocío. El resto del sarmiento estaba seco y sólo por su extremo, o por heridas antiguas, segregaba aquel líquido transparente. Resbaló por mi piel hasta la comisura de mis labios y no resistí la tentación de saborearlo. Aparentemente insípido, dejó, sin embargo, un recuerdo dulce en los resquicios de mi boca y una huella melosa en la superficie de mi piel...Seguir leyendo


Hoy he venido al mundo.

Los que me conocen un poco quizá piensen con una media sonrisa burlona dibujándose en su cara: ‒ ¡Ja!, más quisiera ella quitarse de encima los cuarenta y seis años que ya le hacen guiños desde una esquina cercana de abril.

Los que me conocen mejor saben que no es eso lo que yo más quisiera. Lo que más quisiera es que la niña de los hoyuelos no me abandonara, a pesar de los años que vaya cumpliendo. Y, de momento, parece que lo voy consiguiendo...seguir leyendo


Ganadores Cuentamontes 2009

...Y viene esto a cuento de que el pasado sábado se celebró en mi querido pueblo vecino, Petrer, la II Gala del certamen literario de relatos y cuentos de montaña Cuentamontes, en la que se presentó el libro y se entregaron los premios a los finalistas y el reconocimiento a los galardonados. Los organizadores nos prestaron el micrófono durante unos breves minutos para que pudiéramos dirigirnos al público y cuando me tocó el turno descubrí, con horror, que las palabras pensadas se me habían ido dispersando a lo largo del pasillo...

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A la Replana sin un par
...de crampones.

El sol ha aparecido el tiempo justo para tranquilizar nuestros corazones. Para decirnos: “Aquí estoy de nuevo, tal y como ayer me pedisteis”, para que supiéramos que hoy era otro día. Después se ha ocultado, discreto, tras el velo de las nubes para no fundir la nieve y permitirnos un paseo inolvidable por el albo paisaje.
Ya la senda, a estas alturas, se había convertido en una cinta de terciopelo blanca, un pasillo de nieve virgen entre los algodonosos árboles.

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Amanecer desde Caprala

  • Escucha……..
  • ¿……….? No oigo nada
  • Pues eso, el silencio.

Queridos amigos.

En esta visita feliz que me habéis brindado he reconocido a algunos de vosotros; también he comprobado que os acompañaban algunas caras nuevas. Caras nuevas que me contemplaban con respeto y manos que acariciaban con cariño los múltiples pliegues de mi ruda piel arrugada. Almas que traían en su mirada el recuerdo de otras formas de vida antiguas.
He visto tristeza en vuestros ojos y la sospecha de una discreta lágrima al descubrir mis vegetales úlceras de anciano.

No os apenéis por mí. ...seguir leyendo

Palabra de anciano


Una mañana de verano

Una mañana de verano

Cuando me he despertado esta mañana, el mundo, alrededor del Hondón, había desaparecido.
Las hileras de viñas que arrancan desde la ventana se perdían en un horizonte cercano y difuso. En un mágico claro entre la niebla aparecía la luna que anteayer fue llena, eso me tranquilizó, siempre que la luna continúe en mi horizonte no tendré nada que temer.
La brisa fresca y húmeda me invitó a salir....seguir leyendo | Fotos en picasa


Para Pepita


Para mi madre, para nuestra madre

¿Hay alguien ahí? Llamo a las puertas del cielo para preguntar por ti, porque dicen que es ahí donde van las almas buenas. Pero no estás, me dicen que has salido. Ni siquiera el cielo infinito es suficientemente grande para contenerte, para retenerte....seguir leyendo


De retiro en Peña Golosa

De retiro en Penyagolosa

El aire huele a una mezcla de humedad de tormenta y resina caliente.
Como no conozco bien el clima de la zona no sé cuando será prudente salir corriendo hacia el refugio.
Tengo la sensación de que la tormenta nos está rodeando, (nos: a mi, a los pinos, a los enebros, a las ardillas, a las chicharras, al espino blanco...). Creo que la primera gota es la señal de la prudencia y debo irme al refugio...seguir leyendo


Hidden Peak 8.068 José A. Antón Un lustro después

Un recuerdo

Las vías de acceso a Alicante estaban impracticables a esa hora. Encontrar un aparcamiento era una quimera.
Eran las 6:45 de un jueves primaveral.
Descubrí medio aparcamiento. El otro medio pertenecía al vado de un taller mecánico cuyo horario laboral se iniciaba a las 9:00. Confié a los hados urbanos mi medio coche mal aparcado y cubrí a la carrera los trescientos metros que me separaban de la estación de trenes.
El tren salía a las 7:00.
Cuando llegué a la estación, mi amigo ya no estaba en la cola de pasajeros que ofrecían su billete para la comprobación rutinaria. Las cintas de seguridad me impedían acceder al andén número 2, junto a la vía en la que estaba situado el tren.
Entonces le vi. Entonces vi a mi amigo,...seguir leyendo


Las heridas de la tierra

Me han pedido que escriba un relato de montaña y yo no tengo habilidad para la ficción y la metáfora.
Yo sólo sé, lo veo desde mi ventana, que al Monte Bateig, a la Sierra del Caballo, como a otros tantos, les ha salido un cáncer de hierros oxidados que está devorando si piedad sus entrañas y amenaza con cambiar para siempre los mapas..
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Las heridas de la tierra

Los árboles de piedra

Me dirigía a Sevilla en viaje de trabajo, cuando el autobús en el que viajaba pasó por delante de las murallas de Córdoba. Hasta ese momento, Córdoba no era una ciudad en la que pensara especialmente, pero a partir de entonces sentí una extraña “necesidad” de conocerla. En aquel momento pensé estas líneas que escribí días después de volver del viaje de trabajo, hace ya… casi diez años, ¡Cómo pasa el tiempo!... Seguir leyendo

Molino de la Unión en Camuñas

Felicitación y agradecimiento

Hoy quiero enviar una felicitación y un agradecimiento.
Voy a empezar con el agradecimiento, lo que ocurre es que no sé bien a quién dirigirlo. Lo más fácil, y lo que me llevaría al acierto seguro, sería elevar mi gratitud al UNO, y no fallaría, pero quedaría ciertamente ambiguo y con escaso reconocimiento a quienes el UNO empleó para que yo me sienta hoy necesitada de alguien concreto que acepte mis “gracias”
....seguir leyendo

 
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